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23 de enero de 2017

Viajando con Carlos Martí por el Ferrocarril Central (2)

Hacia Camagüey

Tomo de nuevo el tren. El rio Zaza ameniza el paisaje. Todos los viajeros se asoman a la ventanilla para ver el enorme tajo del rio, y admiran sus encantadoras y fértiles riberas.
El tren avanza. Ya hemos pasado Jatibonico. Ya estamos en la región camagüeyana. Caminamos entre inmensas fajas de cañaverales que hacen horizonte.

El tren avanza ferreo y pujante

Y el sol del mediodía cae sobre los campos en olas de fuego. El bochorno castiga a todos los viajeros. La calma es absoluta. Es la hora más pesada del viaje…

Y en el avance rudo y violento
casas y árboles pasan volando


The Station, Camagüey. Postal # 25 de la serie emitida por The Cuba Railroad

Llegamos a la animada estación de Camagüey a las doce del día. Bien se necesita de un descanso para los entumecidos miembros y de una reparadora comida para el debilitado cuerpo. El tiempo es escaso y apenas si se considera suficiente para picar en la diversidad de platos y hacer un comentario sobre la guerra europea. Una mezcla de buen sentido y hasta de buena educación es que nadie se siente estratégico, todos piden noticias y más noticias. El pasaje elogia el cómodo tren, que es un testimonio de lo bien que la Cuba Company cuida de sus líneas y de su material y del confort de pullman. La inspección es constante.

Hacia Oriente

Me dirijo de nuevo al sleeping y avanzamos por entre los talleres de la Cuba Company, y sale al campo de nuevo.

« la bestia loca que ya rugiente,
dominadora y omnipotente »,

Por entre llanuras,  potreros y sabanazos; ya cerca el Jobabo, línea fronteriza provincial, se nos cambia el paisaje.

Pinceladas

Entramos en Bartle. No hay tantos canadienses como en otra época; pasamos junto a la olvidads Victoria de Las Tunas; atravesamos por entre las dos hileras de casas de Mir; las grandes plantaciones de yuca de La Rioja matizan el paisaje; los maizales y platanales de Maceo rompen la monotonía del monte; el Pasón, San Pedro y el ramal de Holguín, cuyos empleados son superiormente amables.

El ramal de Holguín es delicioso, interesante y encantador.


Fragmentos tomados de "El País de la riqueza". Carlos Martí Fernández (Barcelona, 4 de enero 1876- La Habana, 29 de marzo 1939). Prólogo de Alfonso Hernández Catá. Renacimiento. Madrid, 1918.

Foto: © www.elhotelcamaguey.com

22 de enero de 2017

Las acciones de "The Cuba Company" compradas por Oscar B. Cintas


de venta en Ebay

Oscar Benjamin Cintas, (1887 in Sagua la Grande, Cuba – 1957 in New York City, N.Y.) was a prominent sugar and railroad magnate who served as Cuba’s ambassador to the United States from 1932 until 1934.

Cintas also collected manuscripts and his acquisitions included the only first edition of Cervantes’ Don Quixote, and the fifth and final manuscript of Abraham Lincoln’s "Gettysburg Address", once owned by the family of Col. Alexander Bliss, and known as the "Bliss copy". Cintas’ purchase of the manuscript, for $54,000, in 1949, set a record at the time for the sale of a document at a public auction. Cintas' properties were claimed by the Castro government after the Cuban Revolution in 1959, but Cintas, who died in 1957, willed the Gettysburg Address to the American people, provided it was kept at the White House, to where it was transferred in 1959. The manuscript, the only one to which Lincoln added his signature, is exhibited in the Lincoln Bedroom of the White House.


Viajando con Carlos Martí por el Ferrocarril Central (1)


Hotel Antilla. Postal # 3 de la serie emitida por The Cuba Railroad

"Es ya de día. Las montañas de Mayarí lucen espléndidas. ¡Qué bellas son esas montañas festoneadas de pinares, tan bien recortadas y tan airosas!
En esta hora matutina todo parece cantar un himno a la Naturaleza, es la Vida. Apoyado en el ventanal del hotel Antilla, me reconforta este amanecer junto a la bahía de Nipe".

"El País de la riqueza". Carlos Martí Fernández (Barcelona, 4 de enero 1876- La Habana, 29 de marzo 1939). Prólogo de Alfonso Hernández Catá. Renacimiento. Madrid, 1918.

Foto: © www.elhotelcamaguey.com

13 de diciembre de 2015

El Hotel "Casa Granda" de la Cuba Railroad Company


Cuando el opulento santiaguero don Manuel de Granda - en el siglo XIX- construyó una gran mansión frente a la céntrica  Plaza de Armas en la esquina de las calles San Pedro y San Juan de Dios (luego de La Catedral y hoy Heredia) no podía imaginar que el solar haría a su apellido traspasar los siglos y le daría nombre a un famoso hotel.
La Casa de Granda, como la conocían los vecinos, fue utilizada después como casa de huéspedes y posteriormente adquirida por "The Cuba Railroad Company", el 13 de agosto de 1909, con el fin de dedicarlo a casa de tránsito para sus  funcionarios, empleados y las tripulaciones de los trenes que pernoctaban en la ciudad.
El Presidente de los ferrocarriles, Horacio S. Rubens [N.A. abogado norteamericano que prestó valiosos servicios a los cubanos en el exilio en la lucha contra España y gozó del aprecio de Martí], decidió construir el hotel en el año 1913; se le encargó el proyecto al acreditado arquitecto santiaguero Carlos Segrera y la ejecución de la obra a la firma Amigó y Hermano. La obra, incluyendo la demolición, comenzó el 1 de junio de ese mismo año y se concluyó en seis meses, lo que constituyó, y todavía es, motivo de admiración por el breve tiempo empleado y la calidad de su ejecución. El periódico "La Independencia", del 11 de enero de 1914, realizó una extensa crónica sobre la inauguración, donde describía el amplio edificio profusamente iluminado como un palacio propio de "Las mil y una noches".
En los tres pisos se ubicaron 50 habitaciones dobles con baños y 18 sencillas con servicios comunes. Los muebles del hotel, de severa elegancia, fueron realizados en una afamada casa de Nueva York. En la azotea se situaron las habitaciones para los empleados y los tanques de agua. Años después se construiría un "roof garden" al ponerse éstos de moda. Por supuesto, desde su inauguración contó con un ascensor.
La calidad de la obra quedó demostrada cuando el violento terremoto que devastó la ciudad de Santiago, el 3 de febrero de 1932, destruyó innumerables edificaciones y sólo ocasionó ligeros desperfectos al hotel.
En el año 1953 los Ferrocarriles le hicieron una reparación importante a la instalación y al año siguiente lo vendieron a la firma "Losada, López , Lacau, S.L." quienes luego arrendaron algunos salones a los propietarios del "Cabaret Montmartre" para en ellos instalar un casino de juego.

Foto: Postales enviadas desde Santiago de Cuba.
A la izquierda el Club San Carlos antes de ser transformado y a su derecha el hotel original "La Casa de Granda" antes de ser demolido. Abajo ambas edificaciones completamente reedificadas.

 Foto 2: Reverso de las mismas postales

Foto 3: Publicidad del Hotel Casa Granda de la Cuba Railroad Company, 1932

Foto 4: Bar del Hotel Casa Granda por la época en que terminó de construir.

Foto 5: Vista del hotel desde la Catedral.

Texto tomado del libro "500 años de construcciones en Cuba" de Juan de las Cuevas Toraya. La Habana, 2001.
Postales: © www.elhotelcamaguey.com

13 de noviembre de 2015

William Van Horne presenciado por la prensa cubana en 1974

El periodista camagüeyano Eduardo Labrada Rodríguez editor del blog "Panorama", -cuyo nombre fue precisamente tomado de su popular sección en el periódico Adelante- publicó este artículo el 18 de diciembre de 1974, y que reproducimos gracias a la gentileza de la Sala de Fondos Raros y Valiosos de la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella. 
Para los lectores poco empapados en la historia de Cuba , no está de más aclarar que entre 1960 y digamos que hasta 1990, la perspectiva de los historiadores y periodistas de la isla, referente al período republicano (1902-1958) siempre era para demostrarnos y convencernos que todo tiempo pasado fue "malo, malito o muy malo". Nunca había términos medios. 
Transcribimos un escueto párrafo que llevado a la jerga cubana actual, William Van Horne es poco menos que un "merolico". (Para leer comodamente el texto, descarge las fotos y amplíelas).

"Como entre capitalistas no es cosa de perder tiempo, el 24 de abril de 1900 es inscripta en New Jersey, Estados Unidos, la empresa "The Cuban (sic) Company" entre cuyos fines se encontraba construir y explotar una vía férrea desde Santa Clara a Santiago de Cuba, y para el caso el agencioso negociante Sir William Van Horne, que ya dirige en Canadá empresas similares, asume la dirección de la criollísima company que tan patrióticos sentimientos abrigaba para el saqueo sistemático de la isla".




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31 de octubre de 2015

Camagüey entre rieles

Artículo aparecido en el número 30 de la revista "Antenas" correspondiente a los meses de enero a junio de 2011. Su autor, Luis Díaz Cuervo, a quien recuerdo con mucho placer por un programa que salía al aire - o aún sale, no lo se- los domingos bien temprano en la mañana por Radio Cadena Agramonte,  y donde se conversaba de manera amena y absorbente sobre la historia y los habitantes de la otrora Santa María del Puerto del Príncipe.






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El "roof garden" del Hotel Camagüey en 1942



Esta es una de nuestras últimas adquisiciones fotográficas sobre el Hotel Camagüey, ya en los finales de su vida como tal. Pueden distinguirse varios oficiales norteamericanos, que según se dice, fueron los causantes de la enorme deuda acumulada por la instalación; y tambien algunas "desconocidas y alegres muchachitas", de las que nada más puedo opinar pues no las conocí, ni me ha llegado referencia alguna sobre su reputación.

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19 de octubre de 2015

Por el camino de hierro


Descargar para leer mejor:



Publicado por Oreidis Pimentel Pérez en el periódico Adelante el 5 de septiembre de 2015.

Nota: El nombre correcto de la compañía fundada por William Van Horne y otros socios es The CUBA company, no "The CUBAN Company" como se hace referencia.

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20 de julio de 2015

Anuncio del Hotel Camagüey en el Havana Post (1912)

El anuncio apareció en al menos estos tres números de diciembre de 1912. Nótese que el hotel solo ofrecía el "american plan" a razón de entre $4,00- $6,00 por día y por persona.



16 de junio de 2015

Van Horne visto por el historiador Oscar Pino-Santos

El historiador cubano Oscar Pino- Santos (1928-2004) en plena década del 70, tuvo la dignidad de defender en este ensayo, que además fue "Premio Casa", los valores indiscutibles y la visión de William Van Horne. Otros, en cambio solo supieron ver las manchas:


"Van Horne fue sin duda una de las figuras más interesantes –y en cierto sentido determinante- de nuestros comienzos seudorrepublicanos. A diferencia de otros inversionistas yanquis, meros recortadores de cupones, el famoso fundador de la Canadian Pacific unía a su espíritu de iniciativa y organización una cierta conservadora pero amplia visión de porvenir. Su obra aquí –independientemente de su origen capitalista- no fue por completo negativa. Resultaría demasiado simplista, por ejemplo, desconocer el papel influyente que la construcción del ferrocarril de Santa Clara a Santiago de Cuba jugó en la evolución formativa de la nación cubana. Y parecería menos injusto dejar de reconocer su oposición inicial al latifundio y su honestidad al plantearle al gobierno interventor las ventajas de un régimen tributario que gravara las grandes fincas improductivas y favoreciera el desarrollo de un sistema de pequeñas granjas agrícolas. Como señalo Jenks, “toda la historia social de la República de Cuba habría quedado alterada”, si aquel proyecto se hubiese puesto en práctica. Pero Wood sabía más que eso, y la vida demostró que tales concepciones hubieran sido de todos modos anuladas por las realidades del proceso histórico- económico. Aparte, difícilmente el mismo Van Horne hubiera sido capaz de impulsar exitosamente sus ideas limitado como estaba por su ideología mercantilista y la propia ejecutoria de su carrera en nuestro país. Así el sistema de pequeñas granjas – en sus lucubraciones- no representaban económicamente sino la base de una amplia clientela para su negocio ferroviario y, políticamente no tenía otra sustentación teórica que sus tesis en el sentido de que “los países en que es mayor la proporción de personas que poseen la tierra prevalece el conservadurismo y se desconocen las insurrecciones” . Aparte de ello, Van Horne, el opositor al latifundio en 1900, murió quince años después como presidente de una empresa azucarera –La Cuba Co.- que poseía en Camagüey 500 caballerías y en Oriente 2807".





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13 de abril de 2015

La "reforma agraria" soñada para Cuba por Sir William Van Horne en 1902

El siguiente discurso -muy poco conocido- fue pronunciado por Van Horne en la noche del 23 de noviembre de 1902 , en un banquete que se dio en honor suyo en el Liceo de Puerto Príncipe (oficialmente Camagüey en 1903), demuestra por un lado el cariño incondicional a nuestra ciudad, y por otro pone en tela de juicio lo que durante años la "historia oficial" y hasta la menos "oficialista", nos han endilgado como verdad suprema e irrebatible: que Sir William Van Horne era un viejito explotador que solo quería aprovecharse de Cuba. Algunos inclusive han llegado a afirmar que el conocido refrán "trabajar para el inglés" está inspirado en su persona. ¿Por qué respetados historiadores que viven en la isla eluden hablar de su amistad con Gonzalo de Quesada? ¿Por qué la copiosa correspondencia entre ambos nunca se ha reeditado después de 1959?
Confiemos en que algún día se valore sin apasionamientos políticos su legado al pueblo cubano, pero mientras esto sucede, les dejo con sus palabras, y que cada quien saque sus propias conclusiones:

Liceo de Camagüey a principios del siglo XX


«Siento no poseer suficientemente vuestro idioma para poder expresaros cuanto agradezco el honor que me hacéis esta noche, pero siendo las cosas como son, tendré que rogar a mi amigo y conciudadano, vuestro Alcides Betancourt, que traduzca las frases que os dirijo. He llamado al Señor Betancourt vuestro conciudadano, pero tal vez podría yo decir mi conciudadano, puesto que vosotros os habéis dignado hacerme hijo adoptivo de Camaguey -honor que no encuentro palabras suficientes para expresaros cuanto aprecio y del que espero hacerme algun dia merecedor-. Como camagüeyano adoptivo siento que ha aumentado en mi, como jamás antes pude sentirlo, el interés por todo aquello que afecte vuestra bella ciudad, y siento latir en mi mayores deseos de contribuir a su prosperidad. Me alegro de esta oportunidad para dirigirme a tantos ciudadanos prominentes e influyentes de Puerto Príncipe y tal vez no esté fuera de lugar manifestar algo respecto de los propósitos y política de "The Cuba Company", de cuyo éxito quizá dependan más intereses que os afectan que ninguno de vosotros pueda imaginarse en estos momentos.

"The Cuba Company"  no es meramente una compañía de ferrocarriles, ni una sociedad mercantil para el solo objeto de hacer dinero. Es una Compañía de fomento en su más alto grado, y el ferrocarril es simplemente el primer paso dado para realizar sus planes. Fue organizada para atraer grandes capitales que desenvuelvan las grandes riquezas naturales de Cuba y para hacer todo cuanto pueda para propender a que esta isla sea lo que debe ser, un inmenso y fructífero jardín y el hogar de un pueblo próspero y feliz. No pretendo que no hayamos pensado en alguna utilidad para nosotros, o que no esperemos nuestra recompensa a la larga sobre el capital invertido, pero ese producto no saldrá por medio de gages onerosos o exigencias desproporcionadas, sino que nuestra retribución nos vendrá por la reconstrucción del país, para llevar a cabo la cual seguiremos una política tan amplia y liberal que confiamos merecer vuestra simpatías y cooperación, pues trabajando en armonía con vosotros lograremos hacer mucho más que de otra manera.

No veo sino dos obstáculos que podrán propender a retardar el adelanto de Cuba; es el uno el estado algo caótico de la titulación de las tierras en muchas partes de la isla, asunto que el gobierno, debemos esperar, propendrá a rectificar, y que espero hará pronto. El otro obstáculo es que vastas áreas de terrenos en Cuba se hallan en manos de, relativamente, un reducido número de individuos, haciendo casi imposible que personas de escasos recursos puedan adquirir fincas para trabajarlas como propiedades suyas.
"The Cuba Company" ha tomado medidas encaminadas a remover esta cortaprisa, comprando muchas miles de caballerías de tierras que serán divididas en pequeñas fincas para ser vendidas a precios bajos y a plazos cómodos a colonizadores, y tengo la esperanza de que muchos de los grandes terratenientes de Cuba se convencerán pronto de que en su propio interés está dividir y vender parte de sus terrenos de la misma manera.

Camagüey, Casino Campestre en 1906

Estoy seguro que como resultado de esa operación, el remanente de sus tierras adquirirá pronto mayor valor que todas sus posesiones originales. La posesión general de las tierras por los habitantes de un país es la garantía más certera de un gobierno sano y conservador y siempre trae consigo prosperidad y riqueza.
Con objeto de disipar todo rumor ocioso respecto de las intenciones de la Compañía hacia esta ciudad, deseo manifestar que el Cuartel General desde donde operará la Compañía y sus talleres centrales serán establecidos permanentemente aquí. Esto deberá contibuir a un aumento considerable en la población y riqueza de esta ciudad y las ventajas que reportará aumentarán en importancia a medida que se vayan realizando los planes futuros de la Compañía.

Esta tarde tuve el gusto de visitar vuestro Casino Campestre y el lugar donde se celebran vuestras ferias y exposiciones. Lo que allí vi trajo a mi mente la idea de que esta ciudad debe tomar medidas inmediatas para propender a hacerse el centro de agricultura de Cuba, estableciendo una feria anual de lo mejor, erigiendo edificios adecuados y contribuyendo por medio de los atractivos necesarios al caso y administrándolo todo de una manera amplia y liberal, de modo que no solamente se exhiban en la feria productos de Camagüey sino de otras partes de Cuba, y aún de los Estados Unidos, México, Jamaica y otros países. Esto puede hacerse facilmente y será de resultado positivo, y "The Cuba Company" se alegrará de hacer cuanto esté a su alcance para propender al éxito de la obra.
Me propongo pasar un tiempo considerable todos los años aquí en esta ciudad y estoy siempre a vuestra disposición, tratándose de cualquier asunto en que yo pueda seros útil.

Os doy nuevamente las gracias por el honor que me hacéis esta noche».

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